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Botaya

Localidad situada a 967 metros de altitud, enclavada en una recóndita hondonada de la vertiente meridional de la sierra de San Juan de la Peña. Fueron famosas sus canteras por la calidad de la piedra para la construcción.

Formó municipio propio incluyendo el Monasterio de San Juan de la Peña hasta 1967 en que se incorporó al de Jaca. El fogaje que Fernando el Católico ordenó en 1495 daba a Abotaya 6 fuegos. En 1857 tenía 230 habitantes y 184 en 1900. Contaba con 27 en 2004.

HISTORIA

En época romana atravesaba la zona una vía militar a cuyo servicio estaba la mansio llamada Ebellino, pero no hay constancia documental de Botaya (topónimo formado con la raíz preindoeuropea bota) hasta el siglo XI. Su historia ha estado vinculada al cercano monasterio de San Juan de la Peña, que ya en 1045 poseía en ella tierras y viñedos. Entre 1035 y 1064, sus vecinos reconocían además al cenobio pinatense la propiedad del monte Larrasún.

Naturales del lugar fueron el merino Lope (1079), Urraca, abadesa de Santa Cruz de la Serós, y Montesin (ambos en 1149). Se mantuvo como lugar de señorío abadengo hasta el siglo XIX.

ARTE

La iglesia parroquial de San Esteban consta de una sola nave abovedada en cañón con lunetos, con pequeñas capillas laterales y un profundo presbiterio cubierto por cúpula. Adquirió su fisonomía actual en el último tercio del siglo XVII, con la reforma del primitivo templo románico (siglo XII) cuya orientación se varió de este a oeste. De él perviven parte del muro norte, la pila bautismal y, trasladado de su ubicación original, el tímpano esculpido de la portada meridional (con imágenes de Cristo en Majestad, los apóstoles y un crismón trinitario, posible obra del taller pinatense). Entre los retablos barrocos se halla el más antiguo de San Adrián, procedente de la modesta ermita de igual nombre.

Románicas del siglo XII son las ermitas de San Clemente (antigua iglesia del poblado homónimo hoy en ruinas) y de San Miguel. Solitaria junto al cementerio, es obra de buena cantería, con un Cristo en Majestad en relieve en la portada meridional. Se conserva la lipsanoteca (caja de reliquias) en el Museo Diocesano de Jaca.

ARQUITECTURA POPULAR

Pequeño caserío de intenso sabor pirenaico formado por casas de rotundos volúmenes, con muros de mampostería a la vista o encalados y tejados de losa sobre los que se alza un espléndido conjunto de chimeneas cuadradas (Casa Bandrés) y troncocónicas, con espantabrujas de remate (Casa Fernández, Casa Fraile, Casa Juan Lorén, Casa Campo, etc.).
Organiza sus calles una amplia plaza donde al amparo de la iglesia se levantan dos magníficas casas fechadas en 1598: Casa el Herrero y Casa Francha (con escudo e inscripción), así como el horno común (hoy centro social). Detrás de la parroquial se extiende lo principal del casco urbano en el que casas de portadas adinteladas alternan con otras en arco de grandes dovelas. Son, entre otras, casa Samitier, Fayanás, Erenciana –las dos del siglo XVIII-, Casa Cristo y Casa Guallar, separadas por un pasadizo, o Casa Ardiana, con el horno a la entrada.

La vieja escuela (con la letrina volada adosada al muro) se conserva junto a casa del Sastre en la calle Baja, que conduce hasta el pintoresco pasadizo que atraviesa Casa de Juan Lorén (siglo XVIII) y llega a la plazuela de casa Mainer, donde nace el viejo camino empedrado que lleva al cementerio. Hay espléndidos ejemplos de corrales, pajares y yerberos, y, algo más alejado, un arnal.

FIESTAS Y TRADICIONES

Celebra sus fiestas mayores el 24 de agosto en honor de San Bartolomé y las menores el 16 de junio, festividad de San Adrián. También en junio participa en la romería del voto de San Indalecio al monasterio de San Juan de la Peña.